Prácticas para la salud psicoemocional del profesorado
El papel de la mente es determinante para nuestro crecimiento y para nuestra evolución porque todo movimiento empieza por una toma de consciencia, pero la mera resolución de cambiar actitudes o comportamientos requiere el uso de una de las herramientas más controvertidas de la mente: La Voluntad.
Ahora bien, cambiar actitudes o comportamientos con el único uso de la voluntad es una tarea ardua y frustrante que en 95 % de los casos no logra sus objetivos de manera permanente. Esta es la razón por la que muchas son las personas que saben de teorías, pero muy, muy pocas están capacitadas para la práctica de estas teorías en su cotidianeidad.
Como siempre, “del dicho al hecho hay mucho trecho”.
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En efecto, una de las cosas más delicadas para la mente humana es capacitarse para reconocer que el mero “Pensar” como herramienta para la promoción de cambios internos profundos es insuficiente.
Los cambios interiores profundos se hacen efectivos en la realidad de la vida cotidiana gracias al visto bueno o, mejor dicho, gracias al beneplácito de otra parte del individuo: “El sentir”. Este es el reto de la mente moderna, admitir que el movimiento perfecto tenga sus orígenes en una simbiosis entre el pensar y el sentir.
La proyección de esta simbiosis entre el pensar y el sentir es siempre sinónimo de madurez. Esta es la razón de la práctica, ya que permite percibir los efectos del cambio e induce a la mente a convencerse de la eficiencia de un nuevo hábito. Habremos, entonces, generado un cambio.